La elección de Donald Trump como principal líder del mundo occidental cambió el panorama con el que los Estados Unidos analizan los debates en Internet. La proliferación de noticias falsas, influenciada por trolls y hackers rusos, cogió con la guardia baja a medios, compañías de tecnología, agentes estatales y consumidores de noticias. Después de ese evento, se ha impulsado el interés por revelar las tácticas de desinformación utilizadas, así como unir esfuerzos entre comunidades de factcheckers y empresas de redes sociales para disminuir la vulnerabilidad a la que están expuestos los ciudadanos frente a las fake news. Además, la profundización de la alfabetización digital –entendida como la capacidad para tener una lectura crítica de la información– también ha generado el interés de universidades, think tanks e investigadores norteamericanos.