Tácticas de desinformación masiva

ELECCIONES EN DISPUTA. Ninguna elección había enfrentado a la sociedad norteamerica a informaciones falsas y hechos alternativos provenientes de agentes extranjeros como la que disputaron Donald Trump y Hillary Clinton en el 2016. El resultado volcó el interés de periodistas, investigadores y agentes estatales a este tema. / Wikimedia

 

Un mes después del triunfo del republicano Donald Trump sobre la demócrata Hillary Clinton en la elección presidencial de Estados Unidos disputada en el 2016, el Global Engagement Center (GEC) –creado por el Departamento de Estado para contrarrestar la propaganda ideológica de grupos terroristas– amplió sus objetivos para incluir la desinformación, fake news y propaganda que provengan de agentes estatales y no estatales del exterior. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y la Oficina del Director Nacional de Inteligencia (ODNI) habían advertido que el gobierno ruso dirigió el robo y filtraciones, a través de WikiLeaks y DCLeaks, de los correos de organizaciones y políticos del partido Demócrata –incluída Clinton– para interferir en su proceso electoral.

Reportes posteriores de sus agencias de inteligencia sindicaron directamente al presidente Vladimir Putin como director de esa campaña para favorecer el triunfo de Trump, y dañar la fe pública en el sistema electoral. La información fue alimentada por trolls rusos que, fingiendo ser activistas norteamericanos, producían contenido en blogs, comentarios, infografías y videos virales que alimentaban la narrativa del Kremlin en webs en inglés.

“(La desinformación) no es un fenómeno nuevo. Hemos lidiado con ello desde los inicios de la república. Pero creo que lo que vivimos ahora se siente diferente, pues está acompañado de un proceso de transformación tecnológica en las comunicaciones y de la forma en las personas consumen noticias”, afirmó Jonathan Henick, coordinador adjunto en funciones del GEC.

 

TIEMPO DE CAMBIOS. A la izquierda, Jonathan Henick, coordinador del Global Engagement Center, explica que aunque se ha lidiado con información falsa desde los inicios de la república, en estos tiempos los cambios tecnológicos implican nuevos desafíos. / Ojo-Publico.com

 

Ojo-Publico.com participó del tour de prensa Media Literacy and countering misinformation organizado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en las ciudades de Washington D.C., Filadelfia y Nueva York, en el que se relató las técnicas de desinformación a través de redes sociales utilizadas en la última campaña presidencial, y la importancia de la alfabetización en medios de comunicación.

El interés en atiborrar las redes sociales de información tergiverzada tiene un sentido: Las noticias falsas viajan a una velocidad mucho mayor que las verdaderas. Un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) sobre el comportamiento de ciudadanos norteamericanos en Twitter entre el 2006 y el 2017 encontró que las fake news se comparten en 70% más que las verdaderas, y les toma la sexta parte del tiempo en llegar a republicarse 1.500 veces.

Además, la brecha entre el porcentaje de adultos norteamericanos que consumen noticias por televisión (51%) y digital (43%) se ha acortado, según datos del Pew Research Center. Entre el 2016 y el 2018, la distancia se ha reducido en once puntos porcentuales. La misma institución indica que dos terceras partes de los adultos norteamericanos consumen noticias en sus redes sociales, pero a la vez el 57% espera que la información que leen en esas plataformas sea poco precisa.

 

INDICADORES. La directora de investigación en periodismo del Pew Research Center, Katerina Matsa, explica que ha disminuido la brecha entre el público norteamericano que se informa por televisión y el que se informa por Internet. / Ojo-Publico.com

 

Una de las principales tácticas para propagar noticias falsas ha sido la creación de sitios web con nombres similares a los de medios existentes. Politifact.com elaboró una lista de 330 dominios compartidos por Facebook en EE.UU. con contenido engañoso y falso, en los que es difícil identificar la procedencia de la información. El interés de promover estos sitios está relacionado a generar dinero, hacer parodias, influir en ideas o crear confusión sobre un tema.

Algunos portales permiten generar imágenes con apariencia de noticias. “Break your own news” es una aplicación en la que un usuario puede montar imágenes y darle apariencia de haber aparecido en un medio de comunicación. “Mientras esto puede ser cómico para algunos, para otros puede tener serias consecuencias si lo creen”, afirmó el periodista ganador de un premio Pulitzer y fundador de The News Literacy Project, Alan C. Miller.

La influencia en sucesos cruciales obedecen a estrategias más específicas, como sucedió en las elecciones presidenciales de EE.UU. en el 2016, en la que se creó una granja de trolls para alimentar los intereses de una narrativa dirigida desde Rusia.

 

GRANJA DE TROLLS

“Los trolls que trabajan desde San Petersburgo se hacen pasar por diversos ciudadanos norteamericanos en diferentes lugares, y en el proceso tratan de dar la mayor cantidad de señales para insertarse en el grupo de personas con el que estás de acuerdo. Cuando te envío información, y soy como tú, estás más predispuesto a abrirlo, compartir y darle me gusta. Si te digo que soy un ruso hablando desde San Petersburgo, puedes tener una reacción diferente”, afirma la directora del Annerberg Public Policy Center, Kathleen Hall Jamieson. La especialista hace referencia a la granja de trolls creada por la Agencia de Investigación en Internet Rusa (IRA), que ha esparcido información favorable al gobierno de Putin.

Jamieson explica que para influir en las elecciones norteamericanas basta movilizar 78 mil votos –en un país de 227 millones de habitantes con derecho a sufragio– en tres estados para decidir a quién se elige como presidente. Si bien existen múltiples factores que explican el triunfo de Trump, en el libro Cyberwar, Jamieson explica los pasos seguidos por los trolls rusos para influir en la campaña electoral.

El primer punto de la estrategia fue tener una amplia difusión de su mensaje. No toda la propaganda rusa pasó por cuentas troll en redes sociales, sino también por RT (antes Russia Today), un canal en inglés patrocinado por el gobierno ruso con amplia llegada en redes sociales y Youtube, y señal de cable en EE.UU. que contaba con los famosos periodistas Larry King y Ed Schultz, antes en CNN y MSNBC. Este medio difundió el contenido filtrado por Wikileaks en el que acusaban a Clinton de ser financiada por simpatizantes de la organización terrorista ISIS y ser corrupta. En redes sociales, estas historias fueron amplificadas por anuncios, posts y bots rusos. El New York Times identificó que RT gastó US$ 274 mil en promocionar tuits dirigidos al público de EE.UU. en el 2016.

ANÁLISIS. La investigadora Kathleen Hall Jamieson examinó el comportamiento de trolls y hackers rusos en la última campaña electoral norteamericana. Su investigación arrincona las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin negando esta injerencia. / Ojo-Publico.com  

 

Además, los trolls invadieron redes sociales y páginas de difusión masiva como Reddit y 9GAG.  A comienzos del 2017, Twitter reportó que 1.4 millones de tuits relacionados a las elecciones fueron generados por operativos rusos, alcanzando a 288 millones de usuarios. Cerca de 150 millones de usuarios de Facebook e Instagram norteamericanos también recibieron contenido generado por los mismos agentes. “Décadas de investigaciones han confirmado que incluso la exposición momentánea a estímulos puede producir efectos”, dice Jamieson en su libro.

El segundo paso fue alinear los mensajes con los intereses electorales de Trump. Aunque Jamieson no afirma que hubo una coordinación entre la campaña del republicano y los agentes del Kremlin, sostiene que la confluencia de intereses hizo que la propaganda rusa amplifique la retórica de Trump contra los inmigrantes. Publicaron imágenes evocando el miedo contra los musulmanes y extranjeros que “invadían” el país, así como rescatando el compromiso con la religión cristiana y la defensa de los veteranos de guerra y el derecho a portar armas.

Los trolls se enfocaron en los puntos centrales de la campaña de Trump y agrandaron los ataques personales contra Clinton. La estrategia agudizó la discordia contra las minorías en el crispado escenario electoral.

 

DE LAS REDES A LA ACCIÓN

El tercer punto fue elaborar propaganda que influya directamente en la movilización de los votantes. Al ser voluntario, ir a sufragar depende de tener los medios y las motivaciones, señala Jamieson. Además de los votantes blancos en general, la estrategia rusa se enfocó en movilizar a los evangélicos y católicos conservadores, así como a los veteranos de guerra y sus familiares. Para lo primero realizaron mensajes en los que criticaban a Clinton con mensajes bíblicos y la confrontaban con Jesús, con apoyo del canal RT. Para lo segundo, la narrativa de hechos alternativos creada por los trolls inventaron cifras en contra de los veteranos para generar miedo.

Del otro lado, hicieron campaña para desmovilizar el voto de los afro-americanos, los simpatizantes de Bernie Sanders –rival de Clinton en las elecciones primarias del Partido Demócrata– y fomentar que los liberales endosen su voto a Jill Stein, candidata del Partido Verde.

PROPAGANDA. Cadena RT, fundada por el gobierno ruso, difundió información con la intensión de perjudicar directamente la campaña de Hillary Clinton asociándola con el movimiento fundamentalista ISIS. / Captura de pantalla de RT

 

El cuarto paso fue enfocarse en que los mensajes sean persuasivos. El mensaje ruso apeló a los miedos y preocupaciones de bloques electorales decisivos aumentando la ansiedad económica y cultural clave para direccionar el voto republicano. Crearon un clima hostil hacia Clinton, y amable con Trump, aun cuando en muchos casos los mensajes estaban mal escritos, pero el contenido visual era explosivo.

Por último, la campaña fue bien dirigida. Después de la campaña, las empresas Facebook y Twitter argumentaron que un porcentaje mínimo de la discusión electoral fue manejada por operadores rusos. Lo mismo dijo Putin sobre las noticias propagadas por la cadena RT. El error en estas afirmaciones exculpatorias está en que lo que importa no es el porcentaje, sino la cantidad que llega a los votantes correctos, explica Jamieson en su libro.

Los mensajes y anuncios se distribuyeron tomando en cuenta los intereses de cada ciudad para lo que utilizaron información táctica robada al Partido Demócrata, opiniones públicas sobre las necesidades de cada campaña por estado y las herramientas de las empresas de redes sociales que permiten seleccionar una audiencia específica en base a ideología, afiliación política, temas de interés, consumo de noticias, localización, entre otros.

Así, un anuncio en Facebook de una lucha entre Jesús y Satanás –en la que Clinton está del lado del segundo– podía llegar a adultos interesados en el cristianismo y personajes afines, y otros sobre musulmanes apoyando a Clinton llegaban a usuarios con miedo hacia esta religión.

La estrategia fue más importante en las últimas semanas de campaña. El 7 de Octubre del 2016, un mes antes de la votación, el diario Washington Post publicó un video en el que Trump hace comentarios sexualmente ofensivos. Media hora después, los titulares cambiaron, pues WikiLeaks soltó un primer paquete de los correos hackeados al director de campaña de Clinton, John Podesta, y lo siguió haciendo durante el resto de campaña. Los trolls rusos trabajaron arduamente en quitar la atención sobre el escándalo que involucraba al repúblicano, y atacar a Clinton.

A modo de conclusiones, Jamieson sostiene que la prensa falló en ver el panorama completo tras las filtraciones de correos y los intereses rusos en el uso de WikiLeaks. De otro lado, las empresas dueñas de las redes sociales no anticiparon el uso malicioso que se le podía dar a sus plataformas. Revelar las estrategias y reducir la vulnerabilidad de los votantes es vital para prevenir ataques digitales.

 

[Este reporte se hizo en base a la información obtenida en el tour Media Literacy and countering misinformation organizado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América].