“Los datos son sagrados”, dice un viejo lema del diario inglés The Guardian. Ahora es el principio que guía el trabajo de su antiguo editor digital Simon Rogers el periodista que convirtió la estadística en un cuadro de Mondrián. “La mayor parte del tiempo actuamos como el puente entre los datos (y aquellos que están desesperados en explicarlos) y la gente del mundo real que trata de entender de qué va realmente una historia”, dice Rogers en Facts are sacred, una guía de cómo convertir datos en conceptos visuales. En el 2011, el equipo liderado por Rogers –quien ahora dirige el laboratorio digital de Google– explicó el aparato administrativo civil de Inglaterra como si fuera un racimo de globos de colores. De un vistazo, los lectores pudieron entender una estructura burocrática que originalmente era una lista con más de 200 mil nombres, sus posiciones y su salario. El análisis permitió saber que al menos 90 burócratas ganaban más que el Primer Ministro inglés.
88 ciudades del mundo tienen comunidades Hacks/Hackers, que facilitan la colaboración entre periodistas y programadores.
En otra ocasión, los periodistas David Leigh y Nick Davies, del equipo de investigación de The Guardian, obtuvieron de Wikileaks un archivo con información detallada acerca de todos los incidentes militares registrados por el ejército estadounidense durante la guerra en Afganistán. La habían creado soldados encargados de monitorear las acciones. El primer paso fue recibir la información encriptada por e-mail. El problema fue revisar los datos y encontrar la historia: el archivo contenía una hoja de cálculo con 91 mil 201 filas. Era un volumen demasiado abrumador para ser analizado por los periodistas y hasta los expertos en sistemas del periódico encontraban dificultades para manejarlo. “Es como encontrar pequeñas pepitas de oro en medio de una montaña de datos”, llegó a decir Leigh.6
Para ese momento, el diario tenía experiencia con grandes bases de datos liberadas por el gobierno e incluso había creado exploradores internos que permitían a los periodistas hacer búsquedas. Esta vez volvieron a hacerlo. Los datos fueron filtrados de acuerdo a un orden que incluía fecha, hora, descripción de los ataques, número de víctimas y las coordenadas donde habían ocurrido. El análisis permitió establecer que el número de ataques con artefactos caseros –los más impredecibles y letales– habían aumentado, y que ese aumento se había producido justamente en las zonas controladas por los ejércitos de Reino Unido y Canadá. Ahora el reto era encontrar la mejor manera de contar esa historia. Fue entonces que un equipo de visualizadores, encabezado por Simon Rogers, se incorporó al trabajo. “El proyecto Wikileaks estaba produciendo nuevos tipos de datos, así que necesitaban ser extraídos con nuevos tipos de periodismo”, escribió Leigh junto a Luke Harding, otro de los reporteros que participó en la investigación.7 El resultado fue un mapa que mostraba por primera vez la evolución de seis años de atentados en ese país: entonces se confirmó que la racha sangrienta había dejado más muertos civiles que militares.8
“La historia de Wikileaks es una combinación de las dos cosas: los conocimientos del periodismo tradicional y el poder de la tecnología, unidos para contar una historia alucinante”, escribió la dupla que reconstruyó el caso.
“Nunca comienzo un proceso si no desarrollo un plan. Utilizo una matriz propia, que nos ayuda a apuntar a preguntas concretas”.
Aún con estas muestras del potencial de los datos, hasta hace muy poco muchos periodistas, incluso los de investigación, tendían a pensar que la tecnología era un idioma extraterrestre. La sola idea de indagar en un archivo de Excel con más de mil filas desanimaba al tradicional cazador de documentos confidenciales. “No tienes que ser un programador”, precisa Rogers en su libro. “Puedes convertirte en codificador de lujo si así lo quieres, pero la tarea principal es pensar en los datos como un periodista en vez de como un analista”. Ninguna herramienta digital va a reemplazar el ejercicio de preguntar qué información relevante pueden brindar los datos o qué pasaría si uno mezcla una base con otra, a la manera del original economista de lo raro. Lo que uno no pueda hacer por su cuenta, puede hacerlo con aliados del universo paralelo.