Una tarde de octubre de 2010, el ingeniero costarricense Rigoberto Carvajal decidió renunciar a su trabajo en una corporación de desarrollo de software para enrolarse en el periodismo. Por medio de un amigo se había enterado de que el diario La Nación buscaba a un programador para su Unidad de Investigación. Carvajal se presentó por la curiosidad de saber cómo un tipo como él podía ser útil para destapar secretos. Tras una primera entrevista, quedó convencido de que era el lugar correcto. “Estudié programación porque me gusta mucho resolver problemas y desde el periodismo uno puede hacerlo con fines más nobles que incrementar las ganancias de una empresa”, dice Carvajal, quien ahora es uno de los expertos en bases de datos del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).10
El proyecto para el que estaba convocado era un desafío para un periódico latinoamericano en esa época: reunir todas las bases de datos públicas de su país para analizarlas, obtener conocimiento nuevo e historias relevantes por investigar. Los informáticos del equipo debían tener la misma audacia y pasión por la verdad que los periodistas. En la entrevista de trabajo, Carvajal comentó que en cierta ocasión logró ubicar el paradero de una persona de la que solo tenía el nombre, gracias a que se las ingenió para contactar personas que le dieron la información adecuada. Su primera prueba demostró que mantenía la habilidad. Cuando le pidieron detectar las propiedades de Shakira en EE.UU., el programador buscó el verdadero nombre de la cantante y en seguida lo rastreó en registros de propiedades hasta lograr su objetivo. Con el tiempo, Rigoberto Carvajal –un fanático de la ciencia ficción– se transformó en una suerte de Spock, el personaje entre humano y extraterrestre de Star Trek: un híbrido entre la computación y el periodismo.
“Volver a lo que hacía antes en la programación, para la parte comercial, sería como volver al lado oscuro de la fuerza”, dice en alusión a otra de sus películas favoritas.
345 organismos de América Latina encuestados por la OEA sufrieron intentos de robo de datos a través del conocido phishing.
El mismo espíritu animó al británico Dan O’Huiginn cuando se planteó descargar todo el registro público de Panamá en el 2008 para una investigación sobre traficantes de armas. Hasta ese momento, la web oficial solo permitía búsquedas en base de los nombres de las empresas. Eso representaba una limitación para el trabajo de los reporteros que seguían la pista de personajes sospechosos. O’Huiginn extrajo los datos de más de 300 mil compañías, ordenó la información, y la utilizó para crear un sitio que admitía las búsquedas basadas en nombres de individuos.11 El programador suele explicar que ese trabajo no tuvo nada que ver con la piratería ilegal. Solo usó sus habilidades técnicas para automatizar la recopilación de datos. “No me importa que me llamen hacker en el sentido literal”, dijo cuando los medios panameños se sorprendieron de que un sujeto desconocido, desde un terminal en otro continente, lograra ese acceso. Su esencia, explicó, es la de “una persona que disfruta explorando los detalles de los sistemas programables y cómo extender sus capacidades, a diferencia de la mayoría de los usuarios, que prefieren aprender solo el mínimo necesario”.12
El sitio creado por Dan O’Huiginn, que recibe 2 mil visitas diarias, permitió a periodistas de investigación de muchos países verificar si funcionarios bajo sospecha de enriquecimiento ilícito y corrupción tenían propiedades registradas en secreto en Panamá. Con esta herramienta, en el 2011 la reportera Khadija Ismayilova demostró que las hijas del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dirigían una compañía de telecomunicaciones a través de empresas off-shore.
Dicha corporación tenía más de un millón y medio de suscriptores, cubría el 80 por ciento del territorio de ese país y en aquel tiempo era la única proveedora de servicios 3G. El sitio también permitió identificar a las empresas off-shore del expresidente de Egipto, Hosni Mubarak, y además proporcionó evidencia que permitió conectar a cinco personas con el asesinato del exgobernador de la provincia de Panamá, Darío Fernández. Todas fueron condenadas.
Desde el 2010, el programador O’Huiginn decidió entregarse de lleno al trabajo con periodistas de investigación. Ha sido becario del African Network of Centers for Investigative Reporting y colaborado con proyectos del Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP). Hoy vive en Alemania y trabaja en el proyecto Openoil, el primer mapa de datos abiertos sobre concesiones petroleras en 18 países de Medio Oriente.